Carlos Duguech - Analista internacional

Se puede leer en la multiplicidad de medios que ahora se ocupan especialmente de la deshumanizada relación que tiñera de rojo sangre al régimen derrocado de Bashar al Assad con la ciudadanía siria que el futuro no tiene ni formas ni contenidos predecibles.

Desde marzo de 2011 una buena parte del pueblo sirio se manifestaba -en pacíficas asambleas públicas- opuestas al modo de ejercer el gobierno por parte del sucesor de Hafez al Assad, su hijo. Y lo hacía desde muchos lugares del país en forma pacífica pero con un énfasis que no imaginaba la represión gubernamental sobreviniente. Y esta se produjo de un modo brutal, implacable, en las antípodas de la normalidad jurídica que se espera del gobierno de un estado organizado. Y de un modo inesperado, para quienes lo sufrieron desde donde se protestaba. Claro fue que la violencia desatada desde arriba, con un desprecio por la ciudadanía siria que clamaba -a su modo- por la necesidad de un sistema democrático, contrastaba con la expresión del pueblo organizado. Se echó mano al poder policíaco de Al Assad. Era la gota necesaria para que germinara, como contracara, la violencia revolucionaria de distintos perfiles en los que se manifestaban las organizaciones políticas con enclave, muchas de ellas, en confesiones del islamismo en sus variadas y hasta opuestas facetas. Se estaba dibujando, con gruesos trazos de muerte y desprecio, un panel dantesco que dio en llamarse “Guerra civil” (con bombardeos de Rusia y de EEUU, como si fuese natural) por disfrazar una realidad caótica y de perversión. Abiertas por los rebeldes vencedores del régimen cincuentenario de la familia al Assad, en las cárceles se encontraron dispersos documentos. Los que aún estaban vivos y en condiciones infrahumanas de detención fueron liberados por los rebeldes. Contingentes nutridos de familiares de los que no aparecieron aún con vida buscaban en los sórdidos espacios de esas mazmorras. No otra cosa era la cárcel militar del norte de Damasco, “Sednaya”. La denominación popular que ya adquirió legitimidad por las pruebas y relatos de los sufridos encarcelados consagró la de “matadero humano”. Los relatos de testigos y víctimas torturadas y sobrevivientes estremecen. Pintan con un barniz opaco las dolorosas experiencias, las atrocidades del sistema ante los medios de prensa internacionales y las agencias especializadas de la ONU. Horrorizan tantas revelaciones que descienden y se acumulan como lavas volcánicas a los ojos del pueblo sirio. Y del mundo entero. Y muy probablemente de los de muchas familias sirias fundadas entre nosotros en Argentina y en Tucumán, referentes de una Siria amada. distinta de la que se muestra a los ojos del mundo en este tiempo de revelaciones y desasosiego.

Por un lado los sectores variados de activistas involucrados en una mística embadurnada de violencia terrenal, atada con nudos gruesos y torpes a la idea de eternidad deseable de los fundamentalistas a todo o nada. Y una eternidad de gozos preanunciada un millón de veces. Y, además, ciudadanos sirios, no activistas ni políticos ni religiosos, solamente ejerciendo el poder ciudadano de la protesta harto justificada. Por otro lado, un gobierno que apeló a lo propio e incorporó a sus aliados de otros países en demanda de apoyo para doblegar violentamente al propio pueblo sirio. Una guerra de frentes abiertos y participación internacional variada. Un disfraz de “guerra civil” que ocultaba una vestimenta internacional. Con aliados de peso del régimen dictatorial de Al Assad, como Irán y la Rusia de Putin, nada menos. Fueron muchos los bombardeos requeridos por la Siria del régimen y servidos en bandeja de complacencia por Rusia. El triángulo Irán, Hezbola, Rusia le aseguraba al presidente sirio respaldo militar contra los insurgentes que empezaron clamando por democracia para las flores que se esperaban y necesitaban de la “primavera árabe”. Fueron flores marchitas de plomo y fuego que provocaron, además de víctimas mortales, que seis millones de sirios huyeran del país y recalaron en Líbano, Turquía y Jordania como refugiados.

¿Guerra civil?

La oposición armada desde el pueblo sirio en contra del régimen de Bashar al Assad nunca pudo imaginar que el régimen convocara -para resolver un duro pleito interno- al apoyo militar de Rusia, por ejemplo. Claro, tiene bases militares en suelo sirio. Casi con naturalidad se implementó desde el régimen sirio un “cóctel” de una fórmula estereotipada por su integración. EEUU, Rusia, Irán los que a su turno llevaron adelante acciones guerreras directas (bombardeos frecuentes) o por intermediarios a quienes apoyaban en una “Guerra Civil”. Que no lo era, obviamente. El grupo islamista suní “Hayat Tahrir al Shams” (HTS, traducido es una “Organización para la liberación del Levante”) capitalizó el triunfo revolucionario de múltiples frentes. No todos “amigables” entre ellos mismos. Sin embargo la ONU, Rusia, EEUU, la UE y Turquía, entre otros, la registran como terrorista. Los sorpresivos hechos de una escalada de 12 días clavó en Damasco el punto final del régimen de 54 años de la familia Al Assad. El efecto en la población siria y en buena parte del mundo fue de impacto y de celebraciones. Se valoraban las consecuencias instantáneas (caída del régimen) sin reparar -con detenimiento- sobre los causantes y sus planes a futuro con el poder que nacía de ese vacío que provocó el derrumbe sorpresivo. Y muy sorprendente, hasta para los más prevenidos: entre ellos los aliados del régimen de Siria: Irán y Rusia. Demasiado ocupados con Israel y Ucrania, respectivamente. En suma, aliados devenidos débiles ahora.

Tan complejo resultará cualquier programa de reconstrucción del gobierno en Siria, la reparación de los daños y la recepción ordenada de parte o de la totalidad de los seis millones de sirios que huyeron por la guerra que casi no se puede predecir el mañana. Y, además, por la variedad ideológica y operativa de los probables actores es difícil predecir desde un análisis racional. En un contexto donde unas fuertes doctrinas de vida y gobierno y donde lo religioso fundamentalista en muchos casos es el “menú”.

Los kurdos

Lo que sí este columnista se atreve a señalar como probable escenario: que ahora, exactamente ahora, se abre para los kurdos del norte de Siria la posibilidad de constituir su nación. Hoy se disgrega la población estimada en 30 millones de kurdos entre territorios colindantes de Siria, Turquía, Irán e Irak. A mar revuelto...

“Cielos abiertos”

El domingo 8 EEUU lanzó bombas en 75 lugares del territorio sirio aprovechando que no habia gobierno, contra supuestos puntos ligados al terrorismo.

Israel no se quedó atrás: eligió 17 lugares para atacar con sus bombas aprovechando la misma coyuntura que utilizó EE.UU.

La UE de Maastricht

La próxima semana esta columna se ocupará de la Unión Europea y los síntomas que se advierten y empiezan a observarse sobre la debilitación operativa preocupante de algunos preceptos que le dieron cuerpo al Tratado de Maastrich que creó la UE (Unión Europea) en 1922.